Causa o Casual

INFORME BURSATIL ENBOLSA

“Cuanto más planifique el hombre su proceder, más fácil le será a la casualidad encontrarle.” Friedrich Dürrenmatt

Por la década de los 80 se hizo muy popular una pauta estacional que recorría de cabo a lado Wall Street llamada “efecto enero” se trataba de que las pequeñas empresas generaban altos beneficios una vez llegaba el cambio de ejercicio. El secreto de este efecto gritado a voces en diversos artículos académicos y periodos financieros consistía en cargar la cartera de valores de acciones de pequeñas empresas en la segunda mitad de diciembre y conservarlos durante el mes de enero. Por esas fechas, se podía tener la esperanza de superar los rendimientos del mercado entre el 5% y 10%.

¿Cuál era la causa de este efecto?

En primer lugar muchos inversores vendían sus peores acciones a finales del ejercicio para generar perdidas fiscales. En segundo lugar, los gestores profesionales de patrimonio actuaban con más cautela a final del ejercicio esforzándose para defender sus resultados e imagen de la cartera “maquillando sus cuentas”. Así se mostraban reacios a comprar en diciembre empresas que estuvieran descendiendo o tener empresas pequeñas y poco conocidas para que no estuviera en su listado final. Esto hacia que las empresas de este tipo se convirtieran en gangas momentáneas. Cuando las ventas provocadas por efecto fiscal cesaban normalmente se recuperaban y así se obtenían rápidos beneficios. En tercer lugar también hay un factor psicológico detrás de todo esto puesto que si el inversor piensa que ese año la bolsa subirá, todos compraran en masa en enero de forma “irracional” por el pensamiento de tener once meses más donde sacar provecho a esta ventaja.

El efecto enero no ha desaparecido pero si ha perdido fuerza, a medida que se hace mas publico este efecto más personas compran empresas pequeñas en diciembre con lo cual la ventaja va desapareciendo y baja los rendimientos.

A mediados de los 90 también se hizo muy conocida otra técnica denominada “las cuatro alocadas” (The Foolish Four) según frases sobre ellas con tan solo quince minutos podría planificar una cartera con mejores resultados que los gestores de fondos más populares.

¿Qué tenía que hacer?

  1. Identificar las cinco acciones más baratas con mayor rentabilidad por dividendo.
  2. Descartar la que tuviese el menor precio.
  3. Destinar el 40% de los fondos que piensa invertir a la acción que tuviese la segunda menor cotización.
  4. Colocar el 20% restante a las otras sobrantes.
  5. Un año después volver a clasificar de la misma forma y reconducir su cartera.

Según Motley Fool esta técnica había batido al mercado en los últimos 25 años por una rentabilidad del 10,1% anual. ¿Qué subyace detrás de esta teoría?

Si analizamos una cantidad de datos amplia de un periodo bastante grande surgirán muchísimas pautas aunque algunas sean simple casualidad. Las empresas que tienen alta rentabilidad por dividendos tendrán algunos rasgos similares pero ninguno de estos factores puede ser la causa de los beneficios futuros. La revista Money descubrió una cartera compuesta por acciones cuyos nombres no tuviesen letras repetidas que obtuvieron resultados tan brillantes como las 4 alocadas.

A veces en algunos patrones existe una causa lógica y demostrable de la que podemos sacar partido al explotar la ventaja y otras veces ese patrón localizado no tiene ni pies ni cabeza, proviene del puro azar, de la pura casualidad.

¿Qué tiene que ver en América, el consumo de queso con las muertes por enredo entre las sabanas de la cama? Nada. Sin embargo, si uno estudia el comportamiento de ambos datos, encontraríamos curvas que parecen moverse al unísono. ¿Qué podemos concluir? Nada de nada, recordarlo siempre: “correlación no implica causalidad”

La creencia más productiva que podemos tener como inversores profesionales es que somos responsables de lo que pensamos que es cierto, porque eso condicionara nuestros actos y posterior circunstancias. Somos responsables de la formación que compramos, de lo que leemos, de lo que oímos y en definitiva de lo que queremos llegar a ser. ¿Un inversor profesional o un jugador de casino?

Buen trading amigos!

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