El Inversor profesional

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“Cualquiera es capaz de enfadarse, eso es fácil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado adecuado, en el momento adecuado, con el propósito adecuado y de la forma adecuada, eso no es tan fácil”. Aristóteles

Hay numerosos estudios que aseguran que un elevado coeficiente intelectual y una gran formación académica no son suficientes para conseguir ser un trader consistente. Tal y como nos cuenta Graham en el libro “El inversor inteligente”, es más bien un rasgo del carácter que del cerebro.

En 1998, Long Term Capital Management L.P., un fondo de inversión conducido por un grupo de matemáticos informáticos y dos economistas ganadores del Nobel, perdieron más de 2000 millones de dólares en cuestión de semanas, al apostar una enorme cantidad a que el mercado de bonos volvería a una situación “normal”.

En la primavera de 1720, Isaac Newton tenía acciones de la empresa “Mar del Sur”, la más revalorizada de la época. Con la impresión de que se estaba creando una burbuja las vendió doblando su posición. Sin embargo, meses después dejándose llevar por la avaricia y el sentimiento positivo del mercado volvió a entrar a un precio muy superior al anterior y perdió 3 veces más de lo que gano en la primera ocasión. Durante el resto de su vida prohibió que pronunciaran “Mar del Sur” en su presencia y de ahí su frase mítica “puedo calcular el movimiento de los cuerpos celestiales, pero no la locura de la gente”. Fue uno de los hombres más inteligentes del que sabemos, por lo menos empleando el concepto de inteligencia más habitual que conocemos y sin embargo dictaba mucho de ser un inversor inteligente. Al dejarse llevar por el ruido de la gente nublo su propio criterio y se comportó como un tonto más.

Normalmente, el trading atrae a gente impulsiva, a jugadores y a personas que piensan que las horas trabajadas se indemnizaran con los rendimientos que recibiremos y nada más lejos de la realidad. Esta es una profesión que tiene sus propias reglas, requiere de paciencia, sacrificio y constancia, pero ser ingenuo o pensar que lo tienes todo bajo control te juega malas pasadas. La idea que intentamos plasmar a través de esta lectura es que, si hasta ahora sus inversiones han fracasado, no es porque sea usted estúpido, sino que al igual que Isaac Newton, no ha adquirido la disciplina emocional necesaria para tener éxito en este mercado.

Benjamín Graham combina a la perfección su extraordinaria capacidad intelectual con un profundo sentido común y una amplia experiencia en los mercados. Y a continuación algunas de sus principales enseñanzas:

1.  Una acción no es un simple símbolo en una tabla de cotización. Las acciones son participaciones reales de la propiedad de un negocio real, con un valor subyacente que no depende de la cotización de la acción. Y es que quizás este tema sea el más olvidado por los inversores.

2. El mercado es un péndulo que oscila constantemente entre un optimismo insostenible (que hace que las acciones sean demasiado caras) y un pesimismo injustificado (que hace que las acciones sean demasiado baratas).

3. El valor futuro de todas las inversiones es una función de su precio actual. Cuanto mayor sea el precio que pagas, menor será la rentabilidad que obtienes.

4. Por mucho cuidado que se ponga, el único riesgo que ningún inversor puede eliminar por completo es el riesgo de equivocarse. Es por eso que Graham creó lo que denominó “el margen de seguridad”, que básicamente consiste en no pagar nunca un precio excesivo por muy interesante que pueda parecer una inversión. De esta forma, podemos minimizar (nunca eliminar) las probabilidades de cometer un error.

5. El secreto del éxito financiero está dentro de la persona. Si se llega a ser un pensador crítico que no acepta ningún “hecho” del mercado de valores como artículo de fe, y si se invierte con una confianza paciente, se podrá sacar un buen partido de forma sostenida, incluso en los peores períodos bajistas del mercado.

Formándonos, practicando y desarrollando nuestro criterio personal, es posible que los cambios de humor de otras personas, llamados inversores, economistas, periodistas o políticos… no rijan nuestro futuro financiero.

¡Buen trading amigos!

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