Inversor “Egoísta” o “Inteligente”

inteligente

Los inversores somos egoísta por naturaleza, así lo define uno de los principios del comportamiento financiero. Nos explica que en la toma de decisión actuamos racionalmente, buscando nuestro propio interés financiero y persiguiendo obtener el máximo beneficio posible. De esta manera, si todo lo demás permanece invariable, cada parte de una transacción buscará el curso de acción que le resulte más beneficioso. De aquí deriva el concepto de coste de oportunidad de cada sujeto como indicador de la importancia relativa de una decisión determinada.

A propósito de ello, hoy os traigo otra lectura muy interesante: “El gen egoísta” es uno de los libros recomendados por Charlie Munger, socio de Warren Buffet, una de las personas tras Benjamín Graham que más han influido en la filosofía de inversión de Buffet. A pesar de ser un libro con bases más biológicas que económicas, gira en torno a la idea de que el egoísmo explica la probabilidad de que un gen sea capaz de adecuarse al medio.

“Si un animal pequeño baja a una charca a beber, aumenta su riesgo de ser devorado por los predadores que viven de acechar a sus presas en los alrededores de los charcos. Si no va hasta donde se encuentra el agua morirá finalmente de sed. Existen riesgos en ambos casos y debe tomar la decisión que tienda a prolongar al máximo las posibilidades de supervivencia a largo plazo de sus genes. Quizá la mejor política sea posponer el acto de aplacar la sed hasta que se encuentre muy sediento, luego bajar y beber bastante como para que dicha necesidad tarde en presentarse de nuevo. De tal forma se reduce el número de visitas a la charca, pero, por otra parte, debe dejar transcurrir bastante tiempo con la cabeza baja cuando finalmente se decide a beber.

Como otra alternativa, tal vez la mejor jugada podría ser beber poco y seguido, arrebatando rápidos sorbos de agua al cruzar corriendo la charca. Determinar cuál es la mejor estrategia de juego depende de todo tipo de factores complejos, de los cuales uno de los más importantes es el hábito de caza de los predadores, el cual ha evolucionado para ser, desde su punto de vista, de una máxima eficiencia. Debe haber alguna manera de calibrar las posibilidades. Pero, por supuesto, no debemos pensar que los animales efectúan los cálculos conscientemente. Todo lo que necesitamos creer es que aquellos individuos cuyos genes fabricaron cerebros de tal forma que tienden a juzgar correctamente tendrán, como resultado de ello, mayores probabilidades de sobrevivir y, por lo tanto, de propagar aquellos mismos genes.”

Podemos llevar la metáfora del juego un poco más lejos. Un jugador debe pensar en tres factores principales: las apuestas, las probabilidades y el premio. Si el premio es muy grande, el jugador estará dispuesto a arriesgar una apuesta considerable. Un jugador que arriesga todo lo que tiene a una sola jugada tiene posibilidades de ganar una cifra muy alta. Es probable, también, que pierda una cantidad apreciable, pero por término medio, los jugadores que arriesgan altas apuestas no terminan mejor ni peor que otros jugadores que optan a pequeñas ganancias mediante apuestas bajas. Una comparación análoga se puede hacer entre aquellos que especulan en la bolsa y aquellos que aseguran en sus inversiones.

En cierto sentido la bolsa de valores constituye una analogía mejor que un casino, ya que los casinos son manipulados deliberadamente en favor de su banca (lo que significa, estrictamente hablando, que los jugadores de altas apuestas terminaran, como promedio, más pobres que aquellos jugadores cuyas apuestas son bajas; y estos últimos terminaran siendo más pobres que aquellos que no juegan en absoluto. Pero ello se debe a una razón al margen de nuestra hipótesis).Pasando por alto este punto, las posiciones de ambos jugadores parecen razonables.

Existen animales jugadores que hacen apuestas altas y otros que adoptan un juego más conservador. En el capítulo IX veremos que, a menudo, es posible representar a los machos como jugadores de altas apuestas que afrontan un elevado riesgo, y a las hembras como a inversoras seguras…
Uno de los medios que tienen los genes para resolver el problema relativo a las predicciones en medios ambiente impredecible es construir una capacidad de aprendizaje.

En este caso el programa puede tomar la forma de las siguientes instrucciones dadas a la máquina de supervivencia: “He aquí una lista de cosas definidas como recompensas: sabor dulce en la boca, orgasmo, temperatura suave, niño sonriente. Y he aquí una lista de cosas desagradables: diversos tipos de dolor, nauseas, estómago vacío, niño gritando.
Si da la casualidad de que haces algo que va seguido por una de las cosas desagradable, no, la repitas pero, por otra parte, repite cualquier cosa que vaya seguida por una de las cosas agradables.”

La ventaja de este tipo de programación es que reduce, considerablemente, el número de reglas detallada que debían ser especificas en el programa original; y es también apta para afrontar los cambios en el medio ambiente que no pudieron ser pronosticados detalladamente.

Por otro lado, ciertas predicciones tienen que ser hechas todavía. Según nuestro ejemplo, los genes predicen que el dulce sabor en la boca y el orgasmo serán “buenos” en el sentido de que comer azúcar y copular es probable que beneficie a la supervivencia de los genes. “

En resumen, el egoísmo es común a todas las especies y aunque resulte obsceno, es hasta necesario para nuestra evolución. La clave está en desplegarlo con sutileza, astucia y sin la necesidad de conseguir los objetivos de inmediato, porque lentamente y con inteligencia la gratificación perdura en el tiempo, se retroalimenta y se multiplica. Por tanto sean egoístas, pero sean inteligentes.

Buen trading amigos!

 

 

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