La Razón no entiende de números

INFORME ENBOLSA1

A la mayoría de las personas prefiero darles la razón rápidamente antes que escucharlas. Montesquieu

¿Nunca le ha pasado que discutes con alguien y anulas con lógica cada argumento que te da, pero no sirve de nada? sigue discutiendo e incluso se enfada como si sus argumentos fueran irrefutables.  Pues es un fenómeno bastante común, cuantas menos aptitudes, conocimientos o cociente intelectual tienen las personas, mas tienden a sobrevalorar su inteligencia o el dominio de sus habilidades, mas discuten e intentan refutar cualquier teoría opuesta a lo que defienden o piensan.

Los psicólogos lo denominan “ilusión de superioridad” y se encuentra en cualquier ámbito de nuestra vida cotidiana, pero por desgracia, en el mundo de las finanzas a menudo es mucho más habitual de lo que nos gustaría. Es bastante típico escuchar a inversores, analista o trader estar seguros de teorías probabilísticamente improbables y aun así sienten la razón absoluta y verdadera cuando ese intento pretencioso de llevar la razón a toda costa solo puede producir malestar social y económico. ¿Cuántas veces hemos observado que cuanto menos podemos justificar racionalmente una operación que tenemos abierta, más contratos arriesgamos? Se trata de la auto-sobrevaloración que tenemos de nosotros mismos.

En mi caso, admito que durante toda mi vida he pensado tener el dominio absoluto de la razón, sabiendo o no del tema, me ha gustado opinar, debatir o incluso imponer mis ideas como las más atractivas del planeta. Reflexionando y haciendo una profunda autocritica, esa actitud ha potenciado más mis defectos que virtudes, visto así la “ilusión de superioridad” parece tener únicamente inconvenientes, pero antes de seguir…¿en qué lugar se encuentra?

¿Piensas que conoce lo que hará mañana el mercado, que ya hemos cambiado de tendencia alcista a bajista, que con su estrategia mereces mejores resultados, qué puedes ganar más dinero que el año pasado, qué con el tiempo el mercado le dará la razón, qué perteneces a ese 1% que gana dinero en bolsa, qué tienes la mejor casa, la mejor pareja y los hijos más guapos e inteligentes de todo el vecindario? Pues bienvenido a la “ilusión de superioridad” que sufrimos el 99% de las personas que transitamos este planeta y no padecemos ningún tipo de trastorno depresivo. ¿No es totalmente lógico no querer sentirse normal o mediocre?

En nuestro cerebro especulador, pensar o creer llevar la razón no sirve de nada, rápidamente los mercados te colocan en su sitio, pero si no tuviéramos esos aires de grandeza y autoconfianza a la primera corrección que llegara estaríamos buscando otro trabajo. Siempre que sepamos dar el brazo a torcer, rectificar, caer y levantarnos, la ilusión de superioridad tiene sus ventajas puesto que nos ayudara a desarrollar y conservar una imagen más positiva de nosotros, nos animara a realizar actividades riesgosas, nos inspira para conseguir nuestros objetivos.  Pero no olviden este último estrategia: cuidado con alimentar escenarios que no nos convienen, no vaya que esas teorías se conviertan en realidad.” Ahí os dejo un cuento de Gabriel Garcia Márquez que sería el mejor símil de lo que en estos días ocurre en los mercados, llamémosle: “profecía autocumplida”

“Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora mayor que tiene un hijo de 19 años y le está sirviendo el desayuno con aire de preocupación.  El hijo le pregunta qué le pasa y ella responde: “No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo”.  El hijo que jugaba billar todos los lunes y hasta el momento nunca había perdido una apuesta, se va preocupado y pierde una carambola sencillísima.  El otro jugador tan asombrado como los demás presentes, le pregunta qué le pasó si era una jugada tan fácil. Él contesta: “Es cierto, pero me he quedado preocupado por una cosa que me ha dicho mi madre esta mañana sobre algo grave que le va a suceder a este pueblo”.  El chico se marcha, y los demás comentan que si Dámaso ha perdido por primera vez una partida, pudiera ser cierto, en efecto, que algo malo sucediese en el pueblo.  La noticia empieza a regarse, y una señora observa, que no hay que burlarse de los presentimientos de las madres porque a veces resultan.  Otro señor que la escucha y va a comprar carne, le dice al carnicero: Venía por un kilo de carne, pero mejor deme dos, porque andan diciendo que algo grave va a sucederle a este pueblo y lo mejor es estar preparado.  El carnicero despacha el pedido y cuando entra otra clienta le sugiere: Mejor lleve dos kilos, porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar y se están preparando y comprando comida.  Entonces la señora responde: Tengo varios hijos, mejor deme cinco kilos.  Y en media hora se agota la carne y el carnicero mata otra vaca, y se sigue esparciendo el rumor.

Llega un momento en que todo el mundo en el pueblo espera que pase algo y se paralizan todas las actividades.  Y la tensión crece y crece y todos están desesperados por irse, pero no tienen el valor para hacerlo.  Hasta cuando uno levanta la voz y grita: “Pues yo sí me voy”.  Y agarra sus muebles, sus hijos, sus animales y los mete en una carreta y atraviesa la calle central en donde todo el mundo lo ve.  Y los demás exclaman: “Si éste se atreve, nosotros también…”,  y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo.  Y uno de los últimos que abandona el pueblo dice: Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa, y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.  Y todos huyen como en un éxodo de guerra y pánico y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, y le dice a su hijo que marcha a su lado: “Viste, mijo, que era cierto lo que te decía esta mañana que algo muy grave iba a suceder en este pueblo”.

Buen trading amigos!

 

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